25 noviembre 2006

LA PLAZA DEL PUEBLO


En el proceso de proyectar el centro de AlzheimUr su complejidad va siendo cada vez más accesible. Aparte de funcionar como un centro de día asistencial y un centro de investigación que incluso cuenta con un banco de cerebros, su investigación también se sitúa dentro del arte del teatro. ¿Pero cómo se hace esto posible? ¿Puede una actuación teatral formar parte del tratamiento, o ayudar a entender la enfermedad del Alzheimer?
El teatro siempre ha tenido un papel importante en nuestra cultura. En la sociedad del tiempo de los griegos, por ejemplo, el teatro formaba parte del la vida de la gente - el publico y los políticos - y no solo como una forma de entretenimiento. Se suponía que el actor era un profesor para los ciudadanos y trasmitía un mensaje. El actor tenía el compromiso tanto de entretener al público como de ofrecer alimento para el alma de los espectadores de su mismo nivel intelectual. En el escenario temas políticos, religiosos y sociales eran planteados y discutidos, cuestiones todas ellas que afectaban a los ciudadanos.
Transmitiendo este concepto al contexto de AlzheimUr, sería entonces interesante ver como los guionistas pueden entrelazar temas sociales y culturales dentro la narración y ofrecer a los pacientes una oportunidad de hacer asociaciones y reconocer momentos pasados. Comprometiéndose a los múltiples problemas de la enfermedad de Alzheimer, el arte del teatro podría apoyar la investigación científica y buscar maneras de ayudar al paciente a confrontar los cambios que surgen en su vida, y guiar a las familias y médicos a resolver problemas morales. Pero al mismo tiempo esto sería un gran reto. Conociendo los argumentos de la terapia del arte, se insiste en que cuando la memoria empieza a fallar, el paciente puede reaccionar más fácilmente ante una obra de pintura, más que ante una película donde la noción del tiempo en la narración es más complicada de seguir desde su inicio hasta su fin.
¿Pero dónde se sitúa el escenario de estas reflexiones? Sería importante conseguir el poder ser coherente con la idea de un compromiso a través del cual, las cuestiones más importantes estén expresadas como en un fórum o en una plaza. Paseando por la montaña de Montecantalar se despiertan presencias de la ciudad que se manifiestan en encuentros y en convivencias. El cálido clima Mediterráneo permite que la gente realice vida social en las plazas; organice conferencias, reuniones, cine, música y danza, exposiciones y talleres... y así, descubierto por el camino que envuelve la montaña, el teatro es como la plaza del pueblo: un lugar de paso donde pasan cosas. Es un lugar complejo donde se fomenta la cultura, la comunicación entre personas se estimula y el conocimiento y la tecnología se exponen, de forma abierta y plural, dando la bienvenida a los cambios y, por lo tanto, trasmitiendo un optimismo que está lleno de posibilidades.
Ir al teatro o al cine de verano es un acto social que está recogido en AlzheimUr, rescatado de la memoria lejana. Es alimento para el alma, tanto como aquellos bocadillos de tortilla y de jamón de las noches de verano, cuando los pacientes iban a ver una película acompañada por el canto de los grillos y las flores de buganvillas que cubrían las tapias del cine al aire libre. Son memorias que tampoco pueden ser olvidadas.

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