04 noviembre 2006

LA NATURALEZA DE LOS COLORES


Sería interesante considerar la relación entre percepción, colores y cultura en el contexto de AlzheimUr. ¿Qué significado tienen los colores para la gente en general? ¿Qué efecto tienen sobre el alma? En numerosas referencias sobre color-energía encontramos que el rojo significa vitalidad, valentía, seguridad en uno mismo; el naranja simboliza alegría, confianza, iniciativa; el amarillo, sabiduría, claridad, autoestima; el verde nos habla de equilibrio, amor y disciplina consigo mismo; el azul representa el conocimiento, la salud y la firmeza mientras el añil indica intuición, misticismo y comprensión. Por último, el violeta hace pensar en belleza, creatividad e inspiración. Pero, ¿es posible dar un paso más? ¿Sería posible pensar que los pacientes de Alzheimer pudieran hacer asociaciones intuitivas (al igual que el olor conlleva asociaciones diferentes) solo con mirar ciertos colores y así traer a la memoria sucesos pasados, lugares, experiencias? ¿Sería posible que los colores de los materiales de construcción se incluyesen en la lista de los objetos empleados en los talleres para ejercitar la memoria? Estas dudas provocan una nueva reflexión al respecto de si la composición de colores puede ayudar a los pacientes a orientarse cuando empiezan a vagar sin dirección.
El mundo de sensaciones que crean los colores es muy complejo. Influyen factores como la percepción o la luz y también de sus combinaciones que pueden crear armonía o discordia, dependiendo de la situación del sujeto. Además, los colores forman parte de la naturaleza y sensibilidad cultural. Estas palabras traen a nuestro recuerdo las ideas del artista Wassily Kandinsky. En su escrito Sobre lo Espiritual en Arte (1911), habla del increíble poder asociado al color que influye directamente en el alma. Todos recordamos haber dicho alguna vez que un determinado color parecía caliente o frío, pegajoso o dulce, delicado o basto.
Kandinsky describe los colores en términos de movimiento y de ritmo musical, hasta llegar a afirmar que ‘pintaba’ música. De este modo, el artista rompe la barrera entre música y pintura y consigue aislar la emoción pura. Bastará, para ilustrar esta idea, con un solo un ejemplo de su obra. El blanco encarna la armonía del silencio, que según Kandinsky nos afecta en forma negativa, como algunas pausas en la música que rompen temporalmente la melodía. No es, sin embargo, un silencio muerto, sino preñado de posibilidades. Un silencio totalmente muerto, sin ninguna posibilidad, aparece con la armonía del negro.
Esta sensibilidad nos permite pensar si la paleta del artista puede participar en el taller de memoria que se practica con los pacientes de Alzheimer, no tanto mediante la manipulación de objetos de colores diferentes como siendo incluidos en el ambiente constructivo. Los materiales de construcción que incorporan colores reales se pueden proyectar junto a espacios inspirados igualmente en el ambiente natural del lugar y de su arquitectura. En este contexto, los colores no serían reducidos a la expresión de un estado mental sino que podrían traer a la memoria acciones recuerdos como recoger olivas, leer bajo una parra o pasear entre naranjos... Es decir, el recuerdo de la tonalidad de los colores de la región de Murcia como una cultura viva, se puede alimentar la fuerza interior de los pacientes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Javier!

http://www.designsourceinteriors.com/index.htm No sé si la conoces.
Si no es así igual ofrece ideas.

Laura Vivancos